La vida es mágica. Y no. No me ha dado un puntazo new age ni soy fan de Paolo Coelho. Para contarlo rápido, este invierno, durante una de mis estancias en Asturias, asistí al desbordamiento del río del Mazo, en Boimouro. Llevaba un libro de Chantal Maillard que, por algún azar misterioso, se me cayó de las manos y se marchó con el río, como una Ofelia deleuziana que, antes de sucumbir a la atracción del agua, hubiera decidido cargarse a Platón y llevarse consigo el vértigo feliz de todas las Ideas. Para consternación general, el libro, Matar a Platón, reapareció días después, descansando de espaldas sobre un lecho de agua y hojas muertas… El resto fue rendirse ante el prodigio y hacer un libro de artista que parasita el de Chantal con un nuevo libro que combina ilustraciones y poemas. El papel vegetal en que está impreso y cosido deja ver el texto de Chantal y sugiere la condición genealógica de todo acto de cultura y el espesor diacrónico de cada uno de nuestros gestos. La trama de hilos no es más que un frágil icono de la urdimbre prodigiosa que fragua en cada instante de nuestras vidas. Si fuéramos capaces de desplegarla en su infinita red de asociaciones, acabaríamos recorriendo, palmo por palmo, la topología de todo el universo…
El libro se titula Efectos personales / Para Matar a Platón. Estas son algunas de sus páginas. Espero que os guste.
8. Sopla el viento del nordeste.
A ratos, lleva consigo una letanía.
De la evolución de las especies, protégenos.
De las palabras eternas, libéranos. De la ilusión de ver y de ser vistos, ten
piedad.
Mientras saco una cerveza del
caldero me pregunto a quién invocan las palabras. Cualquier palabra. Quién debe
protegernos o liberarnos. Tener piedad.
9. Ya por entonces (saborear el tiempo en el fragor del adverbio) detestaba la paz que anida en cualquier binarismo, la falsedad que anima las contra-posiciones, la reducción fenomenológica o metafísica, la simplicidad.
16. Es de noche. Tu rostro se
recorta contra el cielo. En una noche como esta Galileo se asomó a su catalejo
y destruyó para siempre la ilusión de las estrellas fijas.
Tú te acercas y me susurras al
oído:
-Matemos a Platón.
17. Al amanecer, empuñas tu
cámara y disparas contra el río. Ráfagas de 16 fotografías por segundo. Luego
las imprimes y las vas colocando en orden sucesivo. Aparentemente, nada cambia.
Sin embargo, si aplicas una lupa sobre la corriente, puedes ver el movimiento
del agua. Su aliento entrecortado.
Alguien, un neoplatónico quizá,
dijo que el diablo está en el detalle. Probablemente amaba los nombres y, de
los nombres, probablemente su voracidad por lo inmutable. ¿Qué es un río?, me
pregunto. Ya en tiempos de Platón, entre los corros de los sofistas, se
escuchaban comentarios divertidos acerca de la “meseidad” o la “silleidad”. Del
logos que subyace y es dis-curso.
Alguien dijo que el diablo está
en el detalle. Pero es Dios quien habita en él.
25. Lo que sé de mí: mi
cuerpo/texto está roto. Enlazar los fragmentos, uno a uno, uno por uno, me
proporciona una cierta ilusión de integridad.
© alonso y marful