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© alonso y marful, opus nigrum, 2014 (in progress)
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de pronto, ese verso de Paul Celan...


Alonso y Marful, del Libro de Artista Cómo nombrar el grito, 2012. Fragmento.
 
 
En Can Picafort, a 27 de noviembre de 2011
 
"Me despierto en medio de la tormenta. Una tromba de agua cae sobre el tejado y gorgotea en las bajantes. De pronto, ese verso de Paul Celan. "Ora, Señor. Estamos cerca."
 
Alonso y Marful, Cómo nombrar el grito / Diario mínimo
 
 
  
Alonso y Marful, Libro de Artista Cómo nombrar el grito, serpentína de 8,5 mts. desplegada sobre el asfalto, 2012.

sólo un fosfeno que aúlla entre las piernas


Hans Bellmer, The doll, printed in 1983.

       "Como una niña freudiana mira el lenguaje aparecer y esconderse. Fort da. Ser y no ser. Traducir –penosamente trasladar- la pureza de la imagen en un cuenco sonoro con tantos agujeros como albafetos ha habido a lo largo de la historia. Traer –quizá atraer- a la boca una palabra y repetirla hasta que nada queda de ella. Lamerla. Degustarla. Deglutirla. Expulsarla. Rendirse a la evidencia de que todo significante no es más que un poso mortal que –no sin violencia- únicamente admite ser nombrado con la palabra nostalgia.

    
       Renunciar al amor y buscarlo, al fin, en lo que es: una huella en el lenguaje. Sólo un fosfeno que aúlla entre las piernas."

© alonso y marful

el discurso erótico / el discurso estético

 (roland barthes) 

El discurso estético
“Trata de sostener un discurso que no se enuncie en nombre de la Ley y/o de la Violencia: un discurso cuya instancia no sea ni política, ni religiosa, ni científica; que sea, de alguna manera, el residuo y el suplemento de todos estos enunciados. ¿Cómo llamaríamos a este discurso? Erótico, sin duda, pues tiene que ver con el goce; o tal vez también: estético, si se prevé darle poco a poco a esta vieja categoría una ligera torsión que la alejaría de su fondo regresivo, idealista, y la acercaría al cuerpo, a la deriva.”
Roland Barthes por Roland Barthes

Dejar hablar al goce. Toda fascinación es orgánica. No hay emoción estética des-encarnada. Por eso el arte duele y da placer. Porque ahonda el surco de la escritura y de las imágenes que nuestra historia personal ha ido cavando, desde antes de nacer, en el block maravilloso de nuestro cuerpo-mente.
© alonso y marful

las fotolateras y la magia del estenopo


























(de la serie ciudades enlatadas © fotolateras)

Hace cuatro años que Lola Barcia y Marinela Forcadell se pasean por el mundo con un lírico equipaje de cajas de lata. Las conocimos en las Salinas de Añana,  enamoradas de un misterio que, ya en el siglo IV a. de C., permitió a Aristóteles contemplar un eclipse de sol sin quemarse las retinas. Siendo, como era, un genio de la observación, el Estagirita comprobó que bastaba con practicar un pequeño agujero en el tejado para poder mirar el disco solar convertirse en “una aguzada hoz”,  que, como habría de anotar Guillaume de Saint-Claud, un astrónomo parisino de finales del siglo XIII, “parecía empeñada en advertir de algún augurio funesto a los espíritus mortales”.  A los ojos de una física rudimentaria, parecía obra de magia el que la luz aprovechase un ingenuo orificio para colar sus pinturas invertidas en el fondo de una cámara oscura. Según parece, muchos pintores la utilizaron a partir del siglo XIV para dotar de mayor realismo a las perspectivas y los rostros. Las latas de café o de panettone que las “fotolateras” llevan consigo tienen, pues, precedentes tan eximios como las enormes habitaciones a oscuras que ayudaron a bocetar a Leon Battista Alberti, Piero della Francesca o Leonardo da Vinci.

Las imágenes que se filtraban a través del agujero estenopeico tendrían que esperar hasta el siglo XIX para encontrarse con los compuestos químicos que les permitirían fraguar en una instantánea fija. Coetánea de la muerte de Dios y del ascenso de una burguesía ávida de perpetuarse en la estabilidad de un retrato,  la fotografía hacía su aparición de la mano de Niepce, Daguerre y Fox Talbot y nacía rodeada de una fascinación metafísica. Los largos tiempos de exposición a la luz forzaban a los modelos a permanecer en sus poses, y la obligada inmovilidad otorgaba a sus gestos la solemnidad de una durée en la que se masticaba el tiempo. El instante que huía en los relojes parecía doblegarse al ingenuo mecanismo con que William Henry Fox Talbot había conseguido atraparlo en sus distintos modelos de “ratonera óptica”. 

Igual que el erudito inglés en las inmediaciones del lago de Como, las fotolateras que envasaban el blanco de las Salinas de Añana parecían poseídas por un hechizo. Para quienes tuvieron el privilegio de verlas “cocinar” sus fotografías, la frase “quien se mueva no sale en la foto” dejó de ser un misterio. Bastaba con pasearse por delante de una de las latas apostadas aquí y allá, como extraños soldados de una guerra perdida, para quedar reducido a un tímido ectoplasma. La identidad que pasa y deja apenas un hálito de niebla, el mínimo común estertor capaz de imprimir su huella sobre la dúctil memoria de un papel fotosensible. Luego las vimos crecer y seguir atizando los fogones donde continúan cocinando sus ciudades enlatadas. Valencia, San Sebastián, Padua, Nápoles, Berlín, París, Nueva York…

Nosotras nos quedamos a pasar esta tarde plomiza de noviembre en esta maravilla oval donde sueña, forever, el madrileño parque del Retiro. 


http://www.fotolateras.com/

© alonso y marful

"nosotros somos la revolución"





















joseph beuys

Hoy, como aquel Moustaki que arrulló mi infancia junto al mar, declaro el estado de la felicidad permanente. Nosotros somos la revolución, decía un Joseph Beuys tocado por la musa de Gurdjieff y el aullido de fieltro de todos los coyotes. Cada uno de nosotros es un/a artista y cada acción una obra de arte.

© alonso y marful

el síndrome de stendhal I












































(de la serie hare krishna © alonso y marful)

La mirada de Orfeo

Una imagen que huye y deja tras de sí un pensamiento fugaz:  ¿y si fuera Orfeo a su salida del Hades? ¿Y si yo fuera Eurídice? Urgencia de retratarlo antes de que vuelva el rostro. Gesto ingenuo de magia propiciatoria. Si no veo su rostro, no moriré.

© alonso y marful
 

diálogo entre Daumier e Ingres

Daumier: "Hay que ser de la época que te toca vivir."
Ingres: "¿Y si la época se equivoca?"

sobre el silencio de las fotografías

"Incluso aquellas fotografías que no tienen textos a su alrededor se impregnan de lenguaje  cuando un observador las lee."

Victor Burgin

les mains négatives



"Se llama manos negativas a las manos que se encontraron sobre las paredes de las cavernas magdalenienses de la Europa subantlántica. Estas manos estaban simplemente posadas sobre la piedra, después de haber sido untadas de color. En general eran negras o azules. No se ha encontrado ninguna explicación a esta práctica."

El texto de Marguerite Duras toma como pretexto esta incógnita para ahondar en los radicales antropológicos más profundos: la soledad esencial del ser humano en medio del estrépito del mar o de las multitudes. El grito del deseo que precede al lenguaje. Que es anterior a él y más profundo y que invoca al amor. Duras imagina a ese hombre, a esa mujer que, hace treinta mil años, apoyó las manos sobre la pared de la gruta. Sus dos manos abiertas. Sus dos manos pintadas con el azul de un mar en el que reverberan la esperanza y la luz. Con el negro infinito de la noche, de la desesperación y de la búsqueda. Sus manos estampadas en la pared de roca como un grito que, más allá del tiempo, continuará clamando por la soledad del hombre. Invocando al amor. Nadie escuchó a aquel hombre hace 30.000 años. Nadie, tampoco, y esa es la gran metáfora del corto, nos escucha hoy. Cuando todos hayamos muerto y la tierra esté vacía quedarán esas manos..., dice Duras son las manos del hombre, de la mujer. Las manos negativas de la especie. Nuestras manos, las tuyas o las mías: le fracas de la mer: el estruendo del mar, el fracaso de nuestro clamor.

© alonso y marful

piero manzoni

mierda de artista, piero manzoni, 1961

la libertad de procusto




















diane arbus (retrato de allan arbus)

"La simple idea de haber nacido rica y judía me parece irracional. Pero si naces siendo algo, puedes correr el riesgo, o la aventura, de ser otras diez mil cosas diferentes."

Diane Arbus