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© alonso y marful, opus nigrum, 2014 (in progress)

la vida secreta de una artista 21 / cómo repoblar un libro

La vida es mágica. Y no. No me ha dado un puntazo new age ni soy fan de Paolo Coelho. Para contarlo rápido, este invierno, durante una de mis estancias en Asturias, asistí al desbordamiento del río del Mazo, en Boimouro.  Llevaba un libro de Chantal Maillard que, por algún azar misterioso, se me cayó de las manos y se marchó con el río, como una Ofelia deleuziana que, antes de sucumbir a la atracción del agua, hubiera decidido cargarse a Platón y llevarse consigo el vértigo feliz de todas las Ideas. Para consternación general, el libro, Matar a Platón, reapareció días después, descansando de espaldas sobre un lecho de agua y hojas muertas… El resto fue rendirse ante el prodigio y hacer un libro de artista que parasita el de Chantal con un nuevo libro que combina ilustraciones y poemas. El papel vegetal en que está impreso y cosido deja ver el texto de Chantal y sugiere la condición genealógica de todo acto de cultura y el espesor diacrónico de cada uno de nuestros gestos. La trama de hilos no es más que un frágil icono de la urdimbre prodigiosa que fragua en cada instante de nuestras vidas. Si fuéramos capaces de desplegarla en su infinita red de asociaciones, acabaríamos recorriendo, palmo por palmo, la topología de todo el universo…
El libro se titula Efectos personales / Para Matar a Platón. Estas son algunas de sus páginas. Espero que os guste.
























8. Sopla el viento del nordeste. A ratos, lleva consigo una letanía.

De la evolución de las especies, protégenos. De las palabras eternas, libéranos. De la ilusión de ver y de ser vistos, ten piedad.

Mientras saco una cerveza del caldero me pregunto a quién invocan las palabras. Cualquier palabra. Quién debe protegernos o liberarnos. Tener piedad.


9. Ya por entonces (saborear el tiempo en  el fragor del adverbio) detestaba la paz que anida en cualquier binarismo, la falsedad que anima las contra-posiciones, la reducción fenomenológica o metafísica, la simplicidad.





















16. Es de noche. Tu rostro se recorta contra el cielo. En una noche como esta Galileo se asomó a su catalejo y destruyó para siempre la ilusión de las estrellas fijas.

Tú te acercas y me susurras al oído:

-Matemos a Platón.
























17. Al amanecer, empuñas tu cámara y disparas contra el río. Ráfagas de 16 fotografías por segundo. Luego las imprimes y las vas colocando en orden sucesivo. Aparentemente, nada cambia. Sin embargo, si aplicas una lupa sobre la corriente, puedes ver el movimiento del agua. Su aliento entrecortado.

Alguien, un neoplatónico quizá, dijo que el diablo está en el detalle. Probablemente amaba los nombres y, de los nombres, probablemente su voracidad por lo inmutable. ¿Qué es un río?, me pregunto. Ya en tiempos de Platón, entre los corros de los sofistas, se escuchaban comentarios divertidos acerca de la “meseidad” o la “silleidad”. Del logos que subyace y es dis-curso.

Alguien dijo que el diablo está en el detalle. Pero es Dios quien habita en él.























25. Lo que sé de mí: mi cuerpo/texto está roto. Enlazar los fragmentos, uno a uno, uno por uno, me proporciona una cierta ilusión de integridad.

© alonso y marful

Angela Merkel, poeta del absurdo / Cuaderno del River´s End

En cierta ocasión, Italo Calvino, para entonces ya autor de Las ciudades invisibles, propuso la Breve guía de lugares imaginarios como una obra de consulta indispensable. Hablaba, naturalmente, de la Biblioteca de lo Superfluo, entre cuyas obras aspiramos a incluir estas modestas flores que dedicamos a Marcel Duchamp.  La Breve Guía de lugares imaginarios, de Alberto Manguel y Gianni Guadaluppi es, efectivamente, una obra de consulta indispensable para quienes, amén de parasitar a menudo otras ficciones, no sentimos particular atracción por la realidad.  Algunas tardes, cuando la lluvia golpea con su fusta de alambre las ventanas del River´s End, nos dedicamos a perdernos en la Gruta de los amantes, paseamos de incógnito por la Abadía de la Rosa buscando como locas el tratado sobre la comedia o miramos de reojo a las mujeres de Capillaria, cuya piel, transparente, deja entrever los órganos internos y, ligeramente inclinado, del lado izquierdo, el insondable mapa de Isla corazón.
 
El propio River´s End tiene una existencia tan frágil que únicamente se manifiesta ante determinados estados de ánimo y rara vez puede localizarse, perdido sobre el oro tenaz de la bahía, más allá de los límites de este blog.  Sentadas frente al mar, en una tarde como esta, más propicia a la gracia de lo superfluo que a la necesidad de los filósofos, vimos surgir un día la Ensenada del Viento, acariciamos los muros de ceniza del Cementerio de la Memoria y nos asomamos –qué vértigo- a los Acantilados de Arena que Fiona Baldwerg situó, con precisión de cartógrafa, en la costa norte de Noruega, muy cerca de donde yace enterrado el único hombre que nunca se humilló.
No obstante su naturaleza quimérica, al River´s End llegan todos los días las noticias y hay veces que, como el lector comprobará enseguida, no hay mayor diferencia entre leer la prensa y dejarse llevar por los fantasmas de la imaginación.
Shangri-La, lugar imaginario creado por James Hilton en su novela Horizontes perdidos es, muy probablemente, un trasunto de la mítica Shamballa de la tradición budista, una región inaccesible en el corazón de los himalayas donde, amén de Manguel y Guadaluppi y de un sinfín de cándidos utopistas, recala, también, el inefable y quimérico James Redfield en su nefasta y undécima revelación. Al fin, todos los lugares imaginarios se conectan por el istmo, perenne, de nuestra perenne insatisfacción. No obstante, en la última década han sido muchas las iniciativas que han intentado recuperar la mítica Shangri-La para proyectos microutópicos insertos en la vida real, y hemos visto crecer cadenas de resorts, líneas de investigación en el campo de las tecnologías verdes e incluso una universidad, la Shangri-La University, que intenta amortizar los réditos espirituales del nombre para poner en marcha iniciativas de enseñanza basadas en la peregrina idea de un humanismo global; idea que, más allá de su ingenuidad, merece toda nuestra aprobación. El caso es que, para celebrar el décimo aniversario del Día Mundial de la Poesía, propuesto por la Unesco en 2001, la Universidad de Shangri-La propuso en 2011 la celebración de un Congreso Internacional de Poesía y Política en el que fueron invitados a intervenir, por videoconferencia, una amplia muestra de líderes mundiales. Entre ellos se encontraban Barack Obama, Bill y Hillary Clinton, Nicolas Sarkozy, Benjamin Netanyahu, Angela Merkel, Evo Morales o el recientemente fallecido Hugo Chávez. A juzgar por los resultados, ninguno de ellos reparó en la contradicción… Retransmitidos en streaming a un reducido grupo de centros receptores, la mayoría de los discursos tienen el inequívoco aroma de una utopía risueña que bien podría haber salido de la imaginación del propio Italo Calvino si no fuera por las garantías que nos merece la que ha sido nuestra fuente de información: la British Educational Research Association (BERA/UK). Después de una breve experiencia de difusión en abierto, oscuros intereses decidieron que los vídeos se archivaran. Hay quien dice que, más que por el carácter de las ponencias, por la que fue su declaración final, un breve manifiesto en el que, al más puro estilo de Adrienne Rich, se solicitaba a la Asamblea General de las Naciones Unidas la declaración de la poesía como un derecho humano. Y sí. Es increíble pero cierto. Enfriadas las brasas del evento, alguien debió de reparar en que reclamar el derecho a la poesía sonaba como una tremenda bufonada en geografías tan poco imaginarias como los campos de Tinduf, las territorios ocupados de Gaza y Cisjordania, los monasterios devastados en el Tíbet o las barricadas de Alepo y Al Raqa. Y así fue como la carta a la ONU se quedó descansando sobre la chimenea de algún prefecto, como en el cuento de Poe.   
Varadas en la terraza del River´s End, durante el verano de 2011 emprendimos la traducción de la que fue la ponencia de la canciller alemana, la doblamos al español, me temo que con escasa pericia, pero con bastante lealtad al original, y la dejamos descansar durante meses, esperando a que un día como hoy, en el equinoccio de primavera de este 2013 que Dios confunda, nuestros amables seguidores celebraran con nosotras la existencia de esta joya del absurdo. Les aseguramos que hay otras, pero esta no tiene precio. Ángela Merkel hablando de poesía y, subliminalmente, también de política en un gazpacho épico que, parasitando a Calvino, está destinado a convertirse en un documento indispensable de nuestra Videoteca de lo Superfluo. Aunque cabe preguntarse si no es más necesaria una Merkel que habla de Deep Purple y del engrudo cósmico que aquella que asedia, año tras año, la prosa indefectible de nuestras vidas recomendándonos contención.
No se la pierdan. Feliz Día de la Poesía y que descienda Breton…

 
© alonso y marful

el punctum de la fotografía o los arpones del imaginario / cuaderno del river's end













































Camino por la bahía de Pollensa, al borde de un mar denso como el aceite que cabecea indolente contra las rocas. De repente, en una tienda de souvenirs, una fotografía
me
llama

la atención. Más tarde la localizaré en el archivo Bestard. Pondré una fecha tentativa a la imagen de ese niño moreno que escruta la penumbra. Es un niño fotógrafo. Consciente de su oficio, se ha encaramado a una silla para poner sus ojos a la altura de la lente. Para ocupar mentalmente el lugar de la lente que le permitirá atrapar lo que sucede fuera y almacenarlo en ese micromundo silencioso que va creciendo en la habitación de al lado, la que su madre llama “la habitación de la memoria”. Cientos de negativos que se van apilando con los días y que parecen arder en una danza inmóvil. El niño se llama Federico Bestard y, a la altura de la primavera de 1889, momento en el que fue obtenida la fotografía, tiene siete años. Todavía no es capaz de concebir el Tiempo, pero es extrañamente consciente de que es el depositario de un pacto demiúrgico que le permitirá detener el momento…

En La cámara lúcida Roland Barthes señala la fotografía como un ámbito de copresencia de lo simbólico y lo imaginario, del studium y el punctum. Se trata de un Barthes epilogal que se debate entre la voluntad minuciosa del ensayo y el pathos de la elegía, entre el studium que enlaza la experiencia personal al régimen simbólico y el punctum que tiende sus arpones desde lo más hondo de la conciencia individual. La cámara lúcida pivota sobre estos dos conceptos. Su suerte ha sido tal que, a estas alturas, resulta difícil contemplar una imagen fotográfica sin aludir a esa parte –pues todo punctum es consustancial a lo metonímico y a lo fragmentario- que parece emanar desde un detalle para apuntar a fuego sobre el corazón de nuestra vida emocional. La madre de Barthes, Henriette, quizá el suprapunctum que recorre toda su biografía, como una arteria subterránea, ha muerto hace apenas dos meses… También a mí me sonríe Henriette, como un día reconociera Jacques Derrida. También a mí me sonríe y, de alguna manera, seguirá sonriéndome para siempre desde esa fotografía que la recoge, la mirada clara, tan clara, en el jardín de invierno. Su hijo la seguirá enseguida, igual que si ese punctum mortal del óbito materno –áspid que muerde el fondo y convoca a la memoria a la orgía de todos los retornos- se prolongara en el hijo y lo arrastrara consigo, igual que la parte convoca al todo en una deriva perpetua que se desplaza sin fin a lo largo del eje de lo imaginario. Pero no… No es el momento de la academia sino de esta
tarde que arroja
sus luces sobre el mar
y deja un río de sangre en la bahía. Es el momento de dejarse herir por esa dentellada silenciosa que emana de la foto. La foto primero en la arena. Luego en mi mano. Bajo mis ojos que escrutan su penumbra y dejan que el punctum busque mi pecho para enhebrar su aguja. Punctum que viene a mí como
un ágil
zarpazo
de la memoria. ¿Dónde localizarlo? ¿En los ojos? ¿En el dedo índice de la mano izquierda, que se eleva fáustica
mente erecto, ordenando al instante que se detenga? ¿En el gesto de las piernas, que se doblan hacia adentro insinuando el andar patizambo del adulto?

Toda fotografía es un viaje al interior de una conciencia que eternamente retrocede, igual que el agua del río ante la sed de Tántalo. Mi punctum. El mío. El que me hará viajar a lo largo de una ruta desconocida,
geografía de una intimidad enconada
mente arcana, tomando como pretexto esa mano que aprieta la perilla del obturador. La perilla. Primacía lacaniana del significante. El bigote exquisitamente perfilado de mi padre… Mis manos de niña que acarician la barbilla arrubiada y rasposa y descansan después sobre las suyas. Apretando las suyas, dejándose apretar
tan dulcemente.

Oh, tierra de la Muerte. ¿Dónde está tu victoria?"


PARATEXTOS

Luis Cernuda


“(…) Del viento nació el dios y volvió al viento
Que hizo de mí una pluma entre sus alas.
Oh, tierra de la Muerte, ¿dónde está tu victoria?”

Luis Cernuda, “Quetzalcoatl”.


Roland Barthes


Studium: "la extensión de un campo que el espectador percibe familiarmente en función de su saber, de su cultura."

Punctum: “la herida que causan ciertas fotografías, ese pinchazo”

Cfr. La cámara lúcida, disponible en la web a través de distintos vínculos.

Jacques Derrida

“Quiero pensar ahora en Roland Barthes; hoy, cuando atravieso la tristeza, la mía y la que creí sentir siempre en él, sonriente y cansada, desesperada, solitaria, tan incrédula en el fondo, refinada, cultivada, epicúrea, siempre cediendo y sin crisparse, continua, fundamental y desentendida de lo esencial; quiero pensar en él, a pesar de la tristeza, como en alguien que a pesar de no privarse (por supuesto) de ningún goce, en efecto se los dio todos. No sé si es posible decir esto, pero tengo la impresión de que puedo estar seguro de que, como dicen ingenuamente las familias en duelo, le hubiera gustado este pensamiento. Tradúzcase: la imagen de ese yo (moi) de Barthes, que Barthes ha escrito en mí, pero que ni él ni yo consideramos verdaderamente algo esencial, esa imagen -me digo en el presente- es quien ama en mí ese pensamiento, goza con él, aquí y, ahora, y me sonríe. Desde que leí La chambre claire, la madre de Roland Barthes, a quien nunca conocí, me sonríe en este pensamiento, como sonríe a lo que ella infunde de vida y reanima de placer. Ella le sonríe y, por tanto, también en mí desde -¿por qué no?- la Fotografía del jardín de Invierno, desde la invisibilidad radiante de una mirada de la cual él sólo nos dijo que fue clara, tan clara.”

Cfr. Jacques00 Derrida, “Las muertes de Roland Barthes”, en Poétique nº 47, 1981.
http://www.jacquesderrida.com.ar/tectos/barthes.htm 

(Naturalmente, todos los detalles acerca de la vida de Federico Bestard, incluída su existencia, son invención mía.)


© alonso y marful

la vida secreta de una artista 20 / mi cuerpo/texto





























mutaciones IV / fragmento (de la serie she's © alonso y marful)
La compulsión de venir aquí. A tomar nota. Someterse a esta pequeña libertad de Procusto. Meter las ideas en cintura. Dejar que el Yo Ideal se filtre en el discurso y construya un correlato textual del cuerpo. Delgado. Macizo. Acaso pre-cintado y “estrecho”. De niña me asedió el temor por lo que los adultos llamaban “el desarrollo”. Desarrollarse era convertirse en mujer y, por tanto, en el soporte físico de la temida y untuosa sexualidad. En el fragmento me mantengo (casi) virgen. Histérica, prometo aquello que no tengo la menor intención de dar.
Pero, ¿qué más podría dar?

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Modelo para armar: el cuerpo, desmembrado, en el estadío del espejo. Y la mirada de la madre. Rota. Incapaz de responder al estímulo de mi mirada devolviéndome, con la suya, el don infinito de una id-entidad.

Fascinación por los mandalas. Mi cuerpo en el mandala. Unificado. Fluyente.






























mutaciones I /fragmento (de la serie she's © alonso y marful)

El texto me recubre, me protege. Y, sin embargo, deseo que mi escritura toque. Que quien pose sus ojos sobre mis palabras se sienta tocado. Que levante los ojos y se entregue a esa gloriosa epojé de la piel dejándose llevar por el placer del texto.

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Encuentro en la contención del fragmento una indudable coquetería. El gozo imaginario de una sexualidad que se entreabre o se entrecierra, nunca del todo explícita. Un éxtasis polimorfo –el texto avanza y se ramifica sin adherirse del todo a ningún tema, a ningún objeto- y, en cierto modo, fluvial.
































mutaciones VIII / fragmento (de la serie she's © alonso y marful)

Lo que sé de mí: mi cuerpo/texto está roto. Enlazar los fragmentos, uno a uno, uno por uno, me proporciona una cierta ilusión de integridad.

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Pero no. Nunca un corpus. No una estructura física o textual realmente tangibles, provistas de protuberancias, órganos internos, volúmenes textuales, introducciones y nudos, desenlaces, todo aquello que implica una clausura, bordes, corporeidad. Si acaso un conjunto de corpúsculos diseminados. Aquí y allá.



mutaciones I / fragmento (de la serie she's © alonso y marful)

de profundis

© alonso y marful, de la serie de profundis, 2012

Un año más, nos unimos a la convocatoria de Tania Bruguera y "celebramos" el Día Internacional del Migrante con una performance. Durante semanas, hemos intercambiado correspondencia con multitud de instituciones y organizaciones no gubernamentales tratando de recabar cifras que nos puedan dar una idea de las dimensiones de la tragedia. Cada año, miles y miles de hombres, mujeres y niños atraviesan a pie vastas regiones del África subsahariana intentado alcanzar algún país de la costa mediterránea. Desde que se construyeron los muros de Ceuta y Melilla, el flujo de migrantes se ha desviado a Libia, a tal punto que este mismo lunes, 17 de diciembre de 2012, nos despertábamos con la noticia del cierre de sus fronteras al paso de personas procedentes de Argelia, Tchad, Sudán y Níger. Otra tapia contra el corazón del "inframundo". La razón que arguyen, cínicamente repetida por Argelia o Marruecos (de quienes es fácil sospechar las contrapartidas europeas por ejercer de países tapón), es la “seguridad”, como si las bandadas de seres indefensos que huyen, desesperados, hacia el Norte, después de haber reunido una cantidad desorbitada de dinero para entregar a las mafias, pudieran poner en jaque la seguridad de un país.

Lo cierto es que África se está convirtiendo, cada vez más, en un suculento negocio para las compañías transnacionales, que expolian sus inmensos recursos enriqueciendo a las empresas inversoras y a las élites locales mientras la gran mayoría de la población vive en la miseria y está dispuesta a arriesgar la vida atravesando el desierto bebiendo orines y el mar a bordo de una patera e, incluso, de un flotador de plástico. Iluminando las paradojas de una globalización mutilada, la Unión Europea blinda sus fronteras mientras, intramuros, aquellos que disponemos del derecho de ciudadanía por el mero hecho de nacer aquí, asistimos al libre tráfico de personas, mercancías y capitales. Según el Informe de Derechos Humanos en la Frontera Sur 2012, elaborado por la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), "llegará un día en que la Unión Europea habrá de reconocer el carácter criminal de la política de cierre de fronteras practicada, en particular, para la totalidad de los países africanos, que ha convertido el Mediterráneo y la costa africana en una gigantesca fosa común". 

Este año la convocatoria de Tania Bruguera ha vuelto a reunir a artistas de todo el mundo en torno al Movimiento Inmigrante Internacional, una iniciativa de arte útil centrada en “la creación de vínculos entre comunidades locales e internacionales” con el fin de poner de relieve el genocidio silencioso que comportan las políticas migratorias y el trato que reciben los inmigrantes en el seno de sociedades cuyas constituciones protegen el derecho a una existencia digna. Eso sí, para quienes dispongan de una documentación en regla o, tal como el gobierno de Rajoy proponía hace pocas semanas, de 160.000 euros para adquirir una residencia en nuestro país. 

A lo largo del proceso que nos ha llevado hasta aquí, hasta este dispositivo de resistencia lírica que hemos titulado De profundis, hemos tenido conversaciones con multitud de representantes de instituciones y organizaciones, públicas y civiles, que han hecho de nuestro camino un revulsivo ético y político que queremos compartir con vosotros. Nos preocupaba, en particular, la práctica imposibilidad de acceder a una estimación del número de muertos que se producen cada año en torno al trágico sueño de la inmigración. Nos preocupaban, también, las diferencias de bulto entre las fuentes oficiales, expertas en el manejo de la estadística y la obscena gestión de un zafio triunfalismo, y las procedentes de las organizaciones parasistema. Finalmente, tuvimos desde el principio la romántica idea de recuperar los nombres de algunos ahogados, a sabiendas de que su identidad permanecería para siempre sumergida en el limbo de nuestra indiferencia. Los muertos en el mar no tienen nombre. Más allá: en el mejor de los casos, los que consiguen morir en tierra firme dispondrán, como mucho, de un sumario análisis genético, una ficha dental y unas señas necrodactilares antes de ser encerrados en un ataúd barato (así se dice en las reiteradas noticias de prensa) y enterrados en nichos numerados. En Estados Unidos, donde prosigue la construcción del muro fronterizo que impide el paso de los inmigrantes desde la vecina México, los muertos son enterrados con el nombre genérico de John Doe y Jane Doe.  Los activistas pro derechos humanos rastrillan las grandes extensiones de tumbas anónimas y pintan sobre una sencilla cruz de palo la leyenda “no olvidados”.

Después de innumerables gestiones y un par de meses de evacuación de consultas, tuvimos acceso a una lista elaborada por United for Intercultural Action, la Red Europea contra el nacionalismo, el racismo y el fascismo y en apoyo de los inmigrantes y refugiados. La lista, elaborada a partir de fuentes de información muy diversas, detalla la muerte de 17306 inmigrantes y refugiados en su intento de conquistar el sueño europeo desde el año 1993. La gran mayoría son desconocidos: NN. No name. No obstante, algunos de ellos tienen nombre. Sabemos que no son más que la punta de un sangriento iceberg. Lo que se siente al mirar la lista es, sencillamente, indescriptible. Extraemos algunos casos de los últimos años:

30/05/2010   Mohamed  Abagui, hombre, Marruecos, se suicidó con una sábana en un centro penitenciario de Barcelona donde se encontraba a la espera de ser deportado.

04//08/2011   Sin nombre, 100 personas, África, ahogadas, arrojadas por la borda de un bote libio posteriormente rescatado a 104 millas de Lampedusa.

28/11/2011   Sin nombre, hombre, en torno a 25 años, África Subsahariana, presuntamente ahogado, encontrado en las inmediaciones del Puerto de Ceuta en avanzado estado de descomposición.

09/07/2012   Bernard Hukwa, hombre, Zimbabwe, ahogado, se arrojó al Támesis mientras esperaba respuesta a su petición de asilo político.

07/09/2012   Sin nombre, 79 personas, Túnez, ahogadas en el mar intentando alcanzar la costa de Sicilia.

25/10/2012    Sin nombre, 54 personas, origen desconocido, 14 encontradas ahogadas, 40 perdidas, viajaban en un bote procedente de Marruecos rumbo a Europa. 



© alonso y marful, de la serie de profundis, 2012


© alonso y marful, de la serie de profundis, 2012

De profundis es un dispositivo de resistencia lírica. Tal como los hemos descrito en otras ocasiones, nuestros "dispositivos" son acciones de carácter procesual que culminan en un objeto mínimo. Aspiramos a hacer pensar. A hacer sentir. Las acciones personales que de ello se deriven pertenecen al usuario de un dispositivo que se propone como un objeto de conciencia destinado a ser usado por un sujeto de conciencia. Cada uno de nosotros. Cada una de nosotras.
A las 14.00 h. del 18 de diciembre, Día Internacional del Migrante, situamos nuestro llaüt a un kilómetro y medio mar adentro desde el puerto de Can Picafort, en Mallorca. Arrojamos por la borda 17 banderas españolas y las dejamos zarandearse a merced de la corriente. Las banderas se mantienen a flote durante algunos minutos, debatiendose entre las olas. Poco a poco, se alejan de nosotras y se sumergen en el mar. Sometemos, así, al símbolo de  la nación española al mismo destino que corren los miles de inmigrantes que cada año se ahogan intentando llegar a nuestras costas.
En un gesto de desobediencia civil ante nuestras políticas migratorias, ponemos a España en el lugar de los muertos. Nos ponemos en su lugar.


© alonso y marful, de la serie de profundis, 2012

© alonso y marful

de pronto, ese verso de Paul Celan...


Alonso y Marful, del Libro de Artista Cómo nombrar el grito, 2012. Fragmento.
 
 
En Can Picafort, a 27 de noviembre de 2011
 
"Me despierto en medio de la tormenta. Una tromba de agua cae sobre el tejado y gorgotea en las bajantes. De pronto, ese verso de Paul Celan. "Ora, Señor. Estamos cerca."
 
Alonso y Marful, Cómo nombrar el grito / Diario mínimo
 
 
  
Alonso y Marful, Libro de Artista Cómo nombrar el grito, serpentína de 8,5 mts. desplegada sobre el asfalto, 2012.

sólo un fosfeno que aúlla entre las piernas


Hans Bellmer, The doll, printed in 1983.

       "Como una niña freudiana mira el lenguaje aparecer y esconderse. Fort da. Ser y no ser. Traducir –penosamente trasladar- la pureza de la imagen en un cuenco sonoro con tantos agujeros como albafetos ha habido a lo largo de la historia. Traer –quizá atraer- a la boca una palabra y repetirla hasta que nada queda de ella. Lamerla. Degustarla. Deglutirla. Expulsarla. Rendirse a la evidencia de que todo significante no es más que un poso mortal que –no sin violencia- únicamente admite ser nombrado con la palabra nostalgia.

    
       Renunciar al amor y buscarlo, al fin, en lo que es: una huella en el lenguaje. Sólo un fosfeno que aúlla entre las piernas."

© alonso y marful