En nuestra serie She´s los yoes proliferan, fragmentados, y se organizan en torno a la aparente estabilidad de un mandala. Un mandala es un símbolo de la totalidad. Representaría, por tanto, la suma de todo lo que hemos sido: sucesividad implacable del espacio y del tiempo, caudal inabarcable de nuestras mutaciones.
La totalidad del mandala no es más que la geometría de un espejismo. Imposible subsumir el movimiento, la impermanencia, sino es multiplicando los rostros, haciendo de cada uno de ellos un rostro ligeramente distinto del de al lado. Por eso nuestros rostros mutan y se suceden. Un@ nunca se baña dos veces en las mismas aguas.
Si fuéramos sadhus, o si jugáramos con los niños, como durante los meses de verano, habríamos dibujado mandalas en la arena. Rostros que el viento dispersa. Rostros que borra el agua… Pero los niños ya no están. Y hace frío en la playa. Y, por algún don misterioso que la vida nos otorga, somos dos tipas raras que se pasan la vida mirando a través de una lente. Aunque en nuestras credenciales ponga “photographer”, a nosotras nos gusta decir que somos “cazadoras de instantes”. Damos caza a un instante y luego lo rompemos en los distintos rostros que todo instante arroja a la corriente de un tiempo que avanza inexorable. Al ser-para-la muerte…
Porque todo ser es para la muerte. Por eso somos cazadoras de instantes.
PARATEXTOS
Heráclito:
"Entramos y no entramos en los mismos ríos: somos y no somos" (Fr. 49a). "No es posible descender dos veces al mismo río, tocar dos veces una substancia mortal en el mismo estado, sino que por el ímpetu y la velocidad de los cambios se dispersa y nuevamente se reúne, y viene y desaparece".(Fr.91)
Heidegger :
“El Dasein, concebido en su posibilidad más extrema de ser, no es en el tiempo, sino que es el tiempo mismo”. El Dasein –ser-ahí- es, para Heidegger, “ser-para-la-muerte”. Ser y tiempo.
© alonso y marful
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